martes, 10 de enero de 2023

Derrama el efecto de gracia de Tu Llama de Amor

 

               Voy a grabar lo que la Santísima Virgen me dijo en (Octubre) de este año, 1962. Lo guardé adentro por mucho tiempo sin atreverme a escribirlo. Es una petición de la Santísima Virgen: "Cuando digas la oración que me honra, el Ave María, incluye esta petición de la siguiente manera:

               Dios te salve María, llena eres de gracia, etc... ruega por nosotros pecadores y derrama el efecto de gracia de Tu Llama de Amor sobre toda la humanidad, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.” Nuestra Señora pidió que esta petición se añadiera al Ave María, después de “ruega por nosotros pecadores".



               El 2 de Febrero de 1982, Nuestro Señor explicó: "Debido a las súplicas eficaces de la Santísima Virgen, la Santísima Trinidad concedió el derramamiento de La Llama del Amor. Por su bien, debes colocar esta oración en el Ave María para que, por su efecto, la humanidad se convierta".

               Nuestra Señora también dijo: "Quiero despertar a la humanidad con esta petición. Esta no es una fórmula nueva, sino una súplica constante. Si en algún momento, alguien reza tres Avemarías en Mi honor, mientras se refiere a la Llama del Amor, liberará un Alma del Purgatorio. Durante Noviembre, un Ave María liberará diez almas" (*). 


Nota del Editor

               Que Dios tiene derecho a expresar también en números las condiciones en que quiere dar Su Gracia, nos lo prueba la Sagrada Escritura. El caso de Naamán, el Sirio (2 Reyes 5, 1-14) donde, de forma inequívoca, la condición de su sanación está expresada en números, aunque su realización no dependió del número. ¿Por qué precisamente el sumergirse 7 veces en las aguas turbias del Jordán fue la condición dada por el profeta Eliseo para que el Naamán alcanzara la curación? ¿No hubiera sido suficiente 5 o acaso 3 veces? ¡O quizá hubiera sido suficiente una sola inmersión! No fue el sumergirse 7 veces lo que le consiguió la curación sino la obediencia de su fe humilde con que, a pedido de sus siervos, venció su resistencia y se sometió al deseo del Profeta. 


Del "Diario Espiritual" de Isabel Kindelman



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