martes, 31 de enero de 2023

Prácticas espirituales y promesas para cada día de la semana. Martes.

 


               MARTES: Éste sea el día que ofreces por tu familia. Haz Comuniones Espirituales por cada miembro de ella, ofrécelos uno por uno a Nuestra querida Madre, Ella los tomará bajo Su protección. La oración de vigilia de esta noche la ofrecerás también por ellos.

               Señor, yo suelo dormir profundamente. ¿Qué será si no puedo despertarme para velar?

               Yo te ayudaré en esto también. Si algo te es difícil, dilo con confianza a Nuestra Madre. Ella también pasó muchas noches en vela orando. Sabes, hija Mía, tienes que ser muy responsable para con tu familia. Debes conducirlos a Mí, a cada uno según su modo de ser particular. Pide ininterrumpidamente Mis Gracias para ellos. Vamos a trabajar juntos, no puedo prescindir de tu ayuda. Tu dignísimo Patrono es San José. ¡No lo olvides! ¡Invócale a él también todos los días! Te ayudará con alegría. Y así tendremos la causa ganada.(1)


               1- Nota del editor: Suponiendo que la persona ha muerto en gracia de Dios. (En una conversación privada Isabel Kindelmann dijo lo siguiente: “En el Diario, en diferentes lugares donde se habla de la salvación de las almas, cada vez hubiera tenido que escribir: si han muerto en gracia de Dios. Como lo consideraba entonces tan evidente, me parecía superfluo expresarlo).



jueves, 26 de enero de 2023

Prácticas espirituales y promesas para cada día de la semana. Jueves.



               JUEVES: Dedícalo para ofrecer reparación al Santísimo Sacramento. En ese día pasarás horas en Mi Sagrada Presencia. 

               Adórame con fervor especialmente grande y repárame por las muchas ofensas que Me han infligido. El ayuno estricto ofrécelo por las almas sacerdotales. La vigilia nocturna también ofrécela por ellas. ¡Sumérgete en Mi Dolorosa Agonía, en Mis padecimientos de sudores de Sangre! De esto vas a sacar mucha fuerza espiritual. (1)

               Entrégate por completo a Mí, Mi hijita carmelita, sólo así puedes hacer sacrificios por Mí. Te pido algo grande. ¡Escúchame, no temas! Sé muy humilde y pequeña, sólo así serás apta para cumplir Mi encargo. Cada Jueves y Viernes ayuna a pan y agua, ofrécelo por las almas sacerdotales. En cada uno de estos días, pasa cuatro horas en Mi Divina Presencia y ofrece reparación por las muchas ofensas que he recibido. (Nuestro Señor a Isabel Kindelmann en Marzo de 1962)


(1) En Abril de 1962 Nuestro Señor reveló a Isabel Kindelmann 
un sencillo "programa espiritual" donde cada día 
debía tener presente unas particulares tareas. 




miércoles, 25 de enero de 2023

LUCHAS ESPIRITUALES. Noche oscura, Julio de 1962. Parte I


               El camino del Señor, por el que Él nos conduce, no se interrumpe jamás; somos nosotros los que nos desviamos de él. Yo también me desvié. Las muchas preocupaciones, el trabajo agotador, unidos al estado de viudez, acabaron con mi recogimiento espiritual y poco a poco me iban apartando de Dios. El continuo trabajo por sobrevivir ocupaba mi alma. Al cabo de larga lucha, mi vida espiritual se había opacado tanto que hasta la firmeza de mi Fe se encontraba amenazada. Esta continua lucha por la existencia hacía que me preguntara a mí misma: “Ves, siempre te he dicho, ¿para qué tener una familia numerosa?” Mientras yo daba vueltas a estas cosas, todo lo que antes había sido sagrado para mí y daba sentido a mi vida, me parecía necedad, vacío. 



               Me despedían de un lugar de trabajo y tenía que ir a buscar otro en otra parte. Entonces la miseria se hacía todavía mayor y más fuerte la tentación. El enemigo malo me molestaba continuamente... Satanás -“¿Por qué te estás engañando a ti misma? Tú sabes bien que ya hubieras abandonado hace tiempo la lucha, sólo que no sabes qué decir a tus hijos. No sabes cómo decirles todo aquello en que ni tú misma crees ya… Quítate ya, por fin, la máscara y verás cómo te alivias. Ya descubrirán tus hijos lo que ahora tratas de ocultarles...” 

               Entonces me detuve en seco, y por un momento se presentó ante mí el Rostro de Dios que ya lo tenía muy borroso. Así se inició una gran lucha en mí. Imploraba a Dios. Algo indescriptible; no encuentro palabras para expresar la lucha espiritual que comenzó en mí. La lucha era larga, espantosa; se me crispaban los nervios. Iba todavía a la Santa Misa, pero ¡era para mí tan vacía! Y me cansaba. Entonces trabajaba en dos turnos al día en la fábrica y aún los domingos me tocaba trabajar. 

               Mis niños iban a la Misa Dominical por la mañana, mientras que yo iba por la noche. Era mejor, porque así no veían mi falta de recogimiento. Al tiempo de la Santa Misa, en lugar de hacer oración, bostezaba aburrida. Un día decidí no ir más, —no voy más para bostezar— pensaba. Poco a poco me parecía como que hasta mi conciencia se hubiera resignado a ello. 

               Un Domingo me puse a lavar la ropa de la semana. De mañana envié a mis hijos a la Santa Misa, mientras que yo lavaba todo el día. Llegó la tarde y mis hijos me advirtieron: “Mamá, ¡ya son las cinco y media!” Me sentía molesta por ello y seguía con mi trabajo. Hasta que uno de mis hijos, minutos antes de las seis, me dijo: “Por favor, ¡apresúrate!”. Eso me sacudió, y me fui.

               Me fui pero en ese estado no sabía cómo dirigirme a Dios. Me pasaba divagando con mi pensamiento: ¡Qué tonta soy! ¿Por qué guardo todavía el ayuno del Carmelo? ¡Es una pura manía! ...¡deja ya todo eso!... Decidí no privarme más de comer carne siendo mi alimentación de tan mala calidad. Este ayuno lo he guardado siempre, sin ninguna dificultad, pero sólo por rutina. 

               Cuando regresé a casa, yo misma ignoro cómo cayó en mis manos el pequeño Salterio de la Santísima Virgen. Lo abrí y me puse a orar. Esta oración que anteriormente brotaba siempre de mi corazón hacia Dios, ahora me parecía un murmullo vacío... Tomé en mis manos mi antiguo libro de meditación, pero en vano me esforzaba: un silencio oscuro, frío y mudo me rodeaba por todas partes. Rompí a llorar, “Dios ya no quiere saber más de mí.” 

               Una semana en el turno que comenzaba en la madrugada, y en la otra, en el de la tarde que terminaba muy de noche. Experimenté una gran angustia interior y me sobrevenían tales pensamientos que descubrirlos, serían blasfemar contra Dios. En medio de este gran combate el enemigo maligno me hizo oír en mi alma palabras horribles: Satanás: - "Por eso he permitido esto, para que te convenzas que es inútil luchar más”. 

               La terrible lucha duró unos tres años hasta que un día mi hija C. me dijo. “Mami, date prisa, hoy a las dos de la tarde será el entierro del Doctor B.” Ya era la una de la tarde. Eso me golpeó en el corazón y, sin pensarlo más, me vestí para no atrasarme. Cuando entré en sala de velaciones, prorrumpí en llanto. Pensaba: “Él está ya bien. Él ha sido un verdadero Carmelita, de vida santa y ejemplar... ¿Pero yo?... ¿Llegaré yo allá?... “No llores” —era su voz amable y mansa como tan solo las Almas Bienaventuradas pueden hablar—. “¡Regresa al Carmelo!” 

               El día siguiente era Domingo, 16 de Julio, Fiesta de la Reina del Carmelo, Patrona de nuestra Iglesia. Llegué temprano de mañana y me quedé hasta entrada la noche. Con mucha dificultad me levanté para ir a confesarme. Una sequedad terrible consumía mi alma. No sentía ningún dolor de corazón. La penitencia la recé tan solo mecánicamente mientras pensaba: toda esta gente está alabando a la Madre Santísima; pero no me pasó por la mente el que yo también la estuviera alabando. Sólo seguía pensando en el hermano B, porque eso proporcionaba un poco de alivio en mi alma. Fue él, quien me dio el impulso para ir hacia la Santísima Virgen: “¡Anda y póstrate delante de Ella!” Así lo hice pero… no encontré la paz. 

               Ya era muy de noche cuando llegué a casa. Ahí me sorprendió una sensación tan rara como si hubiera dejado mi alma golpeada y gastada en el Carmelo. A pesar de que aquel día no había tomado un solo bocado, con mucha dificultad me puse a aplacar mi hambre. El maligno se puso de nuevo junto de mí: Satanás -¡Tonta! ¿Para qué te sirve todo esto?" Descansa bien y no des importancia a estas cosas.



               Con un peso en el corazón, salí al jardín donde en el silencio de la noche, mis lágrimas comenzaron a brotar abundantemente. Bajo la luz de las estrellas, delante de la imagen de la Santísima Virgen de Lourdes que había en nuestro jardín, empecé a orar con profundo fervor. 

              A la mañana siguiente fui de prisa a la pequeña capilla que frecuentaba en otros tiempos, cuando era yo aún una joven mamá, y donde me había encontrado tantas veces en la mesa del Señor con el hermano B. Hoy también era la simpatía que sentía hacia él la que me llevaba allá. En el camino me encontré con algunas antiguas conocidas quienes se acordaban de mí como una joven mamá ejemplar. Esto me confundía porque creía que el maligno ahora quería tentarme de vanidad. Imploraba de corazón: “¡Madre mía del Cielo, nunca más quiero serte infiel! ¡No me abandones! ¡Tenme firmemente! ¡Tengo miedo de mí misma! Están tan inseguros mis pasos.” Durante la Santa Misa, rogué sin cesar al Señor Jesús: Señor, perdona mis pecados. No me atrevía a acercarme a la mesa del Señor, aunque la persona que estaba a mi lado más de una vez me cogió por el brazo: “¡Vamos ya!”

               En estos días recibí aquellas gracias extraordinarias que el Señor concede únicamente a aquellos que son débiles y convalecientes. 

               Una hermana que estaba arrodillada junto a mí me dijo: “Me arrodillo junto a Vd. para ser yo también una Santa.” Oh, yo sabía que ella veía y sentía al Señor Jesús dentro de mí. Luego andaba continuamente con mis ojos empapados en lágrimas. El amor que sentía hacia el Señor Jesús, empapaba mis ojos con lágrimas de arrepentimiento. 

               No quería ver más el mundo, sólo buscaba el silencio para poder oír continuamente la voz del Señor. Porque a partir de entonces era Él quien me hablaba… ¡Oh, estas conversaciones íntimas son tan sencillas...!



viernes, 20 de enero de 2023

Prácticas espirituales y promesas para cada día de la semana. Viernes.

 


               VIERNES: Día de Mi Pasión. ¡Con todo el amor de tu corazón, sumérgete en Mi Dolorosa Pasión! Por la  mañana, al despertarte, recuerda lo que después de los terribles tormentos nocturnos, Me esperaba todo el día. 

               Mientras estés trabajando, contempla hasta el fin el Vía Crucis en que no tuve ni un momento de descanso. Exhausto hasta el extremo, Me obligaron a subir al Monte Calvario. Tienes mucho que contemplar. Llegué en verdad hasta lo último. Por eso te digo, no puedes caer en exceso al hacer algo por Mí. 

               Desde el mediodía hasta las tres de la tarde adora Mis Santas Llagas. El ayuno ojalá lo guardes hasta la hora en que bajaron Mi Sagrado Cuerpo de la Cruz. Este día, la oración de vigilia, ofrécela por los Sacerdotes. Si aceptas sacrificarte, hija Mía, recibirás todavía mayor abundancia de gracia.


En Abril de 1962 Nuestro Señor reveló a Isabel Kindelmann 
un sencillo "programa espiritual" donde cada día 
debía tener presente unas particulares tareas. 


               ¡Qué arda de deseo tu corazón, hijita Mía, con esto solo ya mitigas el ardiente dolor de Mi Corazón! Si todas las almas consagradas a Mi Corazón anhelaran lo mismo que Yo, crecería el campamento de Mis reparadores. Sabes, cuán grande es su número y si todos ellos, con alma y corazón, por sus oraciones y sacrificios participan en Mi obra redentora, no tendría que quejarme tanto. Ámame todavía más, hijita Mía, y sírveme con mayor entrega aún. ¡No dejes que te domine el poder de la rutina! 

               Que tus sacrificios sean siempre fervorosos y ardientes. Quisiera aumentar en ti, hijita Mía, Mis Gracias, pero para poder hacerlo, necesito hallar más aceptación de sacrificios en ti. Te ruego aceptes Mi petición, sé muy modesta, renuncia a todo gozo, todo placer con el cual no Me sirves a Mí. Renuncia a leer libros de distracción, a escuchar tu música favorita, a buscar estar en sociedad. En tus paseos sólo piensa en Mi Sagrada Pasión. 

               Quisiera que aumentaras todavía más tus ayunos, si tú también lo aceptas. No te entregues a ningún placer, que tu desayuno y tu merienda sean modestamente pan y agua. Solamente en las comidas principales puedes comer otras cosas, pero te ruego que trates de hacerlas insípidas. No las comas por su buen sabor, sino únicamente para alimentar tu cuerpo. El cuerpo en todo caso exigirá lo suyo. Tienes que renunciar más todavía a tu reposo nocturno.

              Te pido una vigilia de dos horas, de tal manera que tengas que levantarte dos veces cada noche por una hora. Mi hijita querida, ¿puedo contar contigo? Te lo pido Yo, el Dios-Hombre. (Nuestro Señor a Isabel Kindelmann en Mayo de 1962)



miércoles, 18 de enero de 2023

Prácticas espirituales y promesas para cada día de la semana.Miércoles.

 



               MIÉRCOLES: Día de las Vocaciones Sacerdotales. Pídeme muchos jóvenes de almas fervorosas. Cuantas quieras, tantos vas a recibir, porque en el alma de muchos jóvenes vive el deseo, sólo que no encuentran quién les ayude a realizarlo. No seas acobardada. Por medio de las oraciones de vigilia puedes alcanzar también para ellos gracias abundantes. (1)

               Hija Mía, ¡renuncia a ti misma!. Te pido esto con tanta insistencia porque sólo puedes participar en Mi obra redentora si totalmente, sin interrupción ninguna, vives unida a Mí en cada momento... Ofrece esto a Mi Padre en todo tiempo, sin interrupción ninguna, también por aquellos que Me han consagrado su vida y, sin embargo, viven más para el mundo que para Mi obra redentora. No piensan en su vocación. Haz penitencia por tus pecados y al mismo tiempo por ellos también. ¡Cómo quisiera lavarle de sus pecados! ¡Ojalá vinieran a Mí! No te ahorres ninguna fatiga, hijita Mía. (Nuestro Señor a Isabel Kindelmann en Marzo de 1962)


(1) En Abril de 1962 Nuestro Señor reveló a Isabel Kindelmann 
un sencillo "programa espiritual" donde cada día 
debía tener presente unas particulares tareas. 



lunes, 16 de enero de 2023

Prácticas espirituales y promesas para cada día de la semana. Lunes.

 

               En Abril de 1962 Nuestro Señor reveló a Isabel Kindelmann un sencillo "programa espiritual" donde cada día debía tener presente unas particulares tareas. Comenzaremos a desglosarlo hoy Lunes. 

               En repetidas ocasiones tanto Nuestro Señor como la Virgen María, se dirigen de forma cariñosa a Isabel Kindelmann como "Mi pequeña hija carmelita", en referencia a su pertenencia a la Orden del Carmen, en calidad de Terciaria.



               Nuestro Señor Jesucristo: No te angusties, Mi querida hijita carmelita, pensando cómo haré valer Mi causa. Yo colaboro con las almas escogidas. ¡Conténtate con ser buena!. ¿Sabes, verdad, cómo es una auténtica carmelita?. Vive humildemente escondida y en unión Conmigo la vida contemplativa. ¡Trata de vivir así, refrena tu lengua, guárdate de decir palabras que están de más!... Mi amor hacía ti, Mi pequeña carmelita, no conoce límites. Sabes qué feliz estoy cuando aceptas los sacrificios que te ofrezco. (Lo dijo con gran ternura). ¡Persevera Conmigo! ¡Qué feliz me haces con ello!... ¡Desea para Mí muchas almas para que Yo pueda repartir Mis gracias!.

               ¿Sabes cómo te he estado esperando con el Corazón oprimido? ¡Ves, qué solo Me encuentro! Si tú no vinieras, Me encontraría enteramente huérfano. Tú también, hijita Mía, eres huérfana y conoces qué amargo es sentir la orfandad

               Luego seguía conversando, instruyéndome... N.S.J.Siempre te pido: no te angusties por no poder hacer sino cosas pequeñas. Vuelvo a decirte: ¡Permanece enteramente pequeña! ¿Sabes qué vamos a hacer? Tú Me darás las piedrecitas del mosaico que reúnes a lo largo del día, Yo las iré colocando según su color y su forma y cuando todo esté terminado, ¡cómo vas a maravillarte al ver la obra de arte que con ellas he creado! Pero, ves, en vano Soy artista si tú no Me las reúnes, no puedo realizar Yo la obra de arte.



               Te voy a dar ahora, hija Mía, la distribución de tus días. De esto comencé a hablarte una vez, lo recordarás, pero quería incluir más cosas en tu programa, por eso lo he diferido hasta hoy. Ven, si tienes tiempo, y si tienes mucho, dímelo, el querer es tuyo. Respeto mucho tu voluntad. Me halaga si Me la entregas espontáneamente...

               LUNES: Día de las Ánimas. Cada movimiento tuyo esté marcado con el deseo de querer ayudarlas. Desea, en unión Conmigo, que las Ánimas cuanto antes puedan contemplar Mi Rostro. Tanto el ayuno estricto como la oración durante una parte de la noche, ¡ofrécelos por Ellas! El ayuno estricto que ahora te pido y la oración de vigilia no lo pido tan sólo a ti. Los harás públicos juntos con los demás mensajes de Mi Corazón: quien ayuna a pan y agua el Lunes, librará cada vez un alma sacerdotal del lugar del sufrimiento. Quien practica esto, él también recibirá la gracia del ser librado del lugar de las penas antes de que transcurran ocho días después de la muerte. Esto mismo lo pide Nuestra Madre. Ella apelando a Su Llama de Amor Me obliga a esto. 

               En su "Diario Espiritual" Isabel Kindelmann, comenta brevemente "Una vez me pidió que hiciera los Lunes oración nocturna por las almas sacerdotales que están en el Purgatorio". Esto ocurrió cuando aún no había comenzado a recibir los Mensajes del Cielo de forma nítida, sino como simples nociones sobrenaturales.




martes, 10 de enero de 2023

Derrama el efecto de gracia de Tu Llama de Amor

 

               Voy a grabar lo que la Santísima Virgen me dijo en (Octubre) de este año, 1962. Lo guardé adentro por mucho tiempo sin atreverme a escribirlo. Es una petición de la Santísima Virgen: "Cuando digas la oración que me honra, el Ave María, incluye esta petición de la siguiente manera:

               Dios te salve María, llena eres de gracia, etc... ruega por nosotros pecadores y derrama el efecto de gracia de Tu Llama de Amor sobre toda la humanidad, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.” Nuestra Señora pidió que esta petición se añadiera al Ave María, después de “ruega por nosotros pecadores".



               El 2 de Febrero de 1982, Nuestro Señor explicó: "Debido a las súplicas eficaces de la Santísima Virgen, la Santísima Trinidad concedió el derramamiento de La Llama del Amor. Por su bien, debes colocar esta oración en el Ave María para que, por su efecto, la humanidad se convierta".

               Nuestra Señora también dijo: "Quiero despertar a la humanidad con esta petición. Esta no es una fórmula nueva, sino una súplica constante. Si en algún momento, alguien reza tres Avemarías en Mi honor, mientras se refiere a la Llama del Amor, liberará un Alma del Purgatorio. Durante Noviembre, un Ave María liberará diez almas" (*). 


Nota del Editor

               Que Dios tiene derecho a expresar también en números las condiciones en que quiere dar Su Gracia, nos lo prueba la Sagrada Escritura. El caso de Naamán, el Sirio (2 Reyes 5, 1-14) donde, de forma inequívoca, la condición de su sanación está expresada en números, aunque su realización no dependió del número. ¿Por qué precisamente el sumergirse 7 veces en las aguas turbias del Jordán fue la condición dada por el profeta Eliseo para que el Naamán alcanzara la curación? ¿No hubiera sido suficiente 5 o acaso 3 veces? ¡O quizá hubiera sido suficiente una sola inmersión! No fue el sumergirse 7 veces lo que le consiguió la curación sino la obediencia de su fe humilde con que, a pedido de sus siervos, venció su resistencia y se sometió al deseo del Profeta. 


Del "Diario Espiritual" de Isabel Kindelman



lunes, 9 de enero de 2023

EL POR QUÉ DE ESTA PÁGINA. Reseña biográfica de Isabel Kindelmann

 

Toma esta Llama, es la Llama de Amor de Mi Corazón. 
¡Enciende con ella el tuyo y pásala a otros!. 
Con esta Llama llena de Gracia que de Mi Corazón 
les doy a ustedes, enciendan todos los corazones 
en todo el país, pasándola de corazón a corazón. 
Éste será el milagro que convirtiéndose en un incendio, 
con su fulgor cegará a Satanás. Éste es el Fuego de Amor 
que alcancé del Padre Celestial por los Méritos 
de las Llagas de Mi Hijo Santísimo...


Nuestra Santa Madre a Isabel Kindelmann, el 13 de Abril de 1962



               En los tiempos difíciles que vivimos, Nuestro Señor Jesucristo y Su Santa Madre, a través de diferentes llamados celestiales, están ofreciendo gracias extraordinarias a las almas que permanezcan unidas a Ellos. Uno de esos continuos ofrecimientos es "La Llama del Amor del Inmaculado Corazón de María", prueba del amor inmenso y eterno que María Nuestra Señora tiene por todos Sus hijos. 

               Es nuestra intención dar a conocer la profunda y aquilatada espiritualidad que nace de las páginas del "Diario Espiritual" de la mística húngara Isabel Kindelmann; sencilla mujer que apenas cursó los estudios básicos, que vivió largos períodos de pobreza y que enviudó después de 16 años de matrimonio, al cuidado de 6 hijos que tuvo que alimentar a base de trabajo duro y mal pagado.

               En el "Diario Espiritual" de Isabel Kindelmann podremos leer como Jesús y María enseñan a Isabel -y a través de ella al resto de los Fieles- el divino arte del sufrimiento para la salvación de las almas; le asignan además tareas espirituales para cada día de la semana, que incluyen oración, ayuno y vigilias nocturnas. Isabel recibe también hermosas Promesas, adornadas con gracias especiales para los Sacerdotes y las Almas del Purgatorio. 

               Mediante la lectura tranquila, buscando siempre la Presencia de Dios, podrás entender que el "Diario Espiritual de la Llama de Amor" y la misma vida de Isabel Kindelmann son una escuela segura y práctica de Vida Cristiana.




RESEÑA BIOGRÁFICA DE ISABEL KINDELMANN

 

               Isabel Szántó de Kindelmann, nació en el Hospital San Esteban, en Kispest, al sur-sureste de la ciudad histórica de Pest, en Hungría, el 6 de Junio de 1913. En los escritos póstumos de su Director Espiritual, fallecido en 1976, entresacamos algunos rasgos de la personalidad y vida de esta mística. 

               Sus padres fueron Joseph Szántó (1871-1917) y Ersébet Mészáros (1878-1924). Su padre era protestante, su madre Católica; todos los hijos fueron bautizados y educados en la Fe Católica. Isabel tuvo doce hermanos, seis pares de gemelos. Solo ella, que era la décimo tercera de los hijos, no tenía gemelo. De todos, fue la única que arribó a la edad adulta. Siete de sus hermanos y fueron víctimas de la pandemia de gripe en 1919, la misma que afectara a los Videntes de Fátima.

               Apenas pudo cursar los estudios más elementales, hasta cuarto de primaria. Había perdido ya a su padre cuando con apenas 12 años, quedó huérfana y al borde del hambre, lo que obligó a Isabel a trabajar duro para poder sobrevivir... como ella misma escribiría recordando aquellos años, "trabajé como empleada doméstica en el campo para la madre de un hombre de gran influencia. Tuve que trabajar desde la mañana hasta la noche teniendo que sobrevivir con una sola comida durante todo el día. Mi condición social era ciertamente lamentable, padeciendo de hambre severa".

               Por su sincera piedad, intentó ingresar como religiosa hasta en dos ocasiones... siempre fue rechazada. Un momento decisivo en su vida llegó en Agosto de 1929, cuando participaba en el coro parroquial, donde conoció a su futuro marido, Carlos Kindelmann, maestro deshollinador. Se casaron el 25 de Mayo de 1930, cuando ella tenía dieciséis años y él treinta.



Manuscrito original del "Diario Espiritual" de Isabel Kindelmann


               Durante muchos años, Elizabeth luchó por cuidarse a sí misma y a su familia. En 1948, la nacionalización comunista de Hungría era una maestra severa, y fue despedida de su primer trabajo por tener una estatua de la Santísima Madre en su hogar. Siempre trabajadora diligente, Elizabeth nunca tuvo buena fortuna en su larga serie de trabajos de corta duración, mientras luchaba por alimentar a su familia. Finalmente, todos sus hijos se casaron y, con el tiempo, se mudaron con ella y se llevaron a sus hijos.

               La vida de oración y sacrificio de Isabel, su anhelo de entrega absoluta a Dios la llevó a consagrarse en la Orden Tercera Carmelita, con el beneplácito de los Carmelitas Descalzos, que por entonces la dirigían espiritualmente; veía en el Espíritu del Carmelo la mejor vía para santificarse en medio de sus labores de madre y abuela.

               Isabel profesaba una sincera y profunda devoción a la Santa Faz de Nuestro Señor. A pesar de su fervor, en 1958, con cuarenta y cinco años, entró en un período de tres años de oscuridad espiritual.  En ese mismo tiempo comenzó a tener conversaciones íntimas con el Señor, mediante locuciones internas; se sucederían también las locuciones con la Virgen María y con su Ángel Custodio. El 13 de Julio de 1960, cuando Hungría estaba subyugada por el Comunismo, el Divino Espíritu Santo tocó el corazón de Isabel Kindelmann que, por obediencia a su Director, comenzó la redacción de un Diario en el que  escribiría los pormenores de aquellas primeras confidencias celestiales:

               Antes de recibir Mensajes de Jesús y la Virgen María, recibí la siguiente inspiración: Debes ser desinteresada, ya que te confiaremos una gran misión y estarás preparado para la tarea. Sin embargo, esto solo es posible si permaneces totalmente desinteresado, renunciando a ti misma... 

                El 11 de Abril de 1985, cuando Isabel contaba 72 años, moría a causa de una larga enfermedad soportada con paciencia y reconfortada por los Santos Sacramentos. Fue sepultada en Erd/Ofalu, al sudoeste de Budapest, cerca del río Danubio. En el 2001, los restos de Isabel Kindelmann fueron trasladados a la cripta familiar de la Iglesia del Espíritu Santo.



Edición en español del "Diario Espiritual"