sábado, 28 de octubre de 2023

LA LLAMA DE AMOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA y las Benditas Almas del Purgatorio (Parte I)

 

Toma esta Llama, es la Llama de Amor de Mi Corazón. 
¡Enciende con ella el tuyo y pásala a otros!. 
Con esta Llama llena de Gracia que de Mi Corazón 
les doy a ustedes, enciendan todos los corazones 
en todo el país, pasándola de corazón a corazón. 
Éste será el milagro que convirtiéndose en un incendio, 
con su fulgor cegará a Satanás. Éste es el Fuego de Amor 
que alcancé del Padre Celestial por los Méritos 
de las Llagas de Mi Hijo Santísimo...

Nuestra Santa Madre a Isabel Kindelmann, 
el 13 de Abril de 1962



               Pedí también la efusión de Gracias de la Llama de Amor de la Santísima Virgen para las Almas en pena, cuando el Señor Jesús me permitió sentir que en ese momento un Alma acababa de liberarse del Purgatorio. Sentí en mi alma un alivio indescriptible. En ese momento, por pura Gracia de Dios, mi alma se sumergió en la felicidad inconmensurable del Alma que llega a la Presencia de Dios. Luego recé con todo el recogimiento de mi alma por los Sacerdotes moribundos. Entre tanto, un sentimiento muy angustioso inundaba todo mi interior. Son sufrimientos que da el Señor para que pueda recoger con Él. Durante mi profundo recogimiento un suspiro fino como un hálito de la Santísima Virgen, sorprendió mi alma...

                Santísima Virgen: "Tu compasión por las pobres Ánimas, hijita Mía, ha conmovido tanto Mi Corazón Maternal, te concedo la gracia que pediste. Si en cualquier momento, haciendo referencia a Mi Llama de Amor, rezaran ustedes en Mi Honor tres Aves Marías, cada vez un alma se librará del Purgatorio. En el mes de los Difuntos (en Noviembre), al rezo de cada Ave María, 10 Almas se librarán del Purgatorio. Las Ánimas sufrientes deben sentir ellas también el efecto de Gracia de la Llama de Amor de Mi Corazón maternal". (Diario Espiritual de Isabel Kindelmann, 13 de Octubre de 1962)


NOTA: 

               Dios tiene derecho a expresar también en números las condiciones en que quiere dar Su Gracia, así nos lo prueba la Sagrada Escritura. El caso de Naamán, el Sirio (2 Reyes 5, 1-14) donde, de forma inequívoca, la condición de su sanación está expresada en números, aunque su realización no dependió del número. ¿Por qué precisamente el sumergirse 7 veces en las aguas turbias del Jordán fue la condición dada por el profeta Eliseo para que el Naamán alcanzara la curación? ¿No hubiera sido suficiente 5 o acaso 3 veces? ¡O quizá hubiera sido suficiente una sola inmersión! No fue el sumergirse 7 veces lo que le consiguió la curación sino la obediencia de su fe humilde con que, a pedido de sus siervos, venció su resistencia y se sometió al deseo del Profeta. 

               Es muy cierto que los números tienen frecuentemente otra significación en el plano sobrenatural que la que les atribuimos aquí en la Tierra. La razón es que nosotros caemos frecuentemente en el error de trasladar nuestro modo de pensar tan mercantilista al orden de la Vida Sobrenatural, cuando el Cielo tiene otro propósito muy distinto con los números. La esencia y el sentido más profundo de esta ‘matemática celestial’, no es el número ni el rendimiento, sino el Amor. Significa que debe arder en nosotros continuamente el deseo de salvar las Ánimas que están penando en el Bendito Purgatorio. 

               ¡Cuántos pensamientos inútiles, cuántas preocupaciones superfluas que giran alrededor de nuestro propio yo, nos llenan durante un solo día! ¡Cuántas idas y venidas hacemos mecánicamente en un único día! ¡Qué medio tan eficiente podría ser para educarnos a nosotros mismos si con un pensamiento de amor acudiéramos en ayuda de un Alma que está sufriendo! Ellas nos lo van a agradecer mucho y en su estado de Bienaventurados nos ayudarán en nuestro trabajo para salvar las Almas que aún transitan en este mundo terrenal.

                De nuestra parte, esta compasión nos sirve de mérito y la Santísima Virgen la vierte en bien de las Ánimas. Si la Santísima Virgen se expresa en números, lo hace únicamente para de este modo acomodarse a nuestra débil manera de comprender las ideas, a fin de estimularnos, en fervorizarnos, como si dijera: Miren, aunque la contribución de ustedes sea tan insignificante, alcanza que un Alma en pena ¡pueda ver a Dios cara a cara!.



jueves, 19 de octubre de 2023

DÍAS DE GRACIA, JUEVES Y VIERNES. HACER “HORAS DE REPARACIÓN”



               Mi alma está llena continuamente de la Llama de Amor de la Santísima Virgen. Hasta en las horas de la noche, cuando me desvelo un poco, suplico sin cesar que ayude a encenderse sobre el mundo cuanto antes Su Milagro silencioso. Cuando de mañana, temprano, llegué al templo, como si la Santísima Virgen hubiera esperado este momento para comunicarme en el silencio del templo.


Instrucciones de Nuestra Santa Madre 


               Santísima Virgen: “¿Sabes, hijita Mía, cómo deben ustedes considerar estos dos días, el Jueves y el Viernes?. Cómo grandes días de Gracias. Los que estos días ofrecen reparación a Mi Santo Hijo, recibirán una Gracia grande. Durante las horas de reparación el poder de Satanás se debilita en la medida en que los reparadores suplican por los pecadores… No hay que hacer nada llamativo, no hay que alardearse del amor. Arde en el fondo de los corazones y se extiende a otros también... Quiero que no sólo conozcan Mi Nombre, sino también la Llama de Amor de Mi Corazón maternal que late por ustedes. 

               Y te he confiado a ti el dar a conocer este Amor inflamado. Por eso debes ser muy humilde. Una Gracia tan grande sólo ha sido concedida a muy pocos. Ten en mucha estima esta Gracia tan grande y lo que más debes amar y buscar en ella sean las humillaciones, tanto externas como internas. 

               No creas jamás que eres algo; considerarte a ti misma como nada sea tu principal preocupación. Nunca debes interrumpir el ejercitarte en esto. Aún después de tu muerte, esto debe seguir vigente, por eso también recibes las Gracias de las humillaciones, tanto externas como internas. Así podrás permanecer fiel en difundir Mi Llama de Amor. Aprovecha toda oportunidad: busca tú también con tu propio esfuerzo, las humillaciones externas e internas, porque lo que tú te buscas, aumenta aún más tu humildad.” 

               Al terminar la Santísima Virgen estas instrucciones maternales, mi corazón se llenó de profunda humildad. La Santísima Virgen me permitió sentir lo poderosa que es Ella y, sin embargo, qué humilde y modesta fue en Su vida terrenal. Me mandó escribir la Santísima Virgen esta comunicación en una forma tan detallada, porque esta Su petición que entrega por mi intermedio, es “Mensaje” para todos Sus hijos que como primeros van a difundir Su Llama de Amor. 

                En estos días me enteré de la dirección del Padre X. Fui al hospital para visitarle. La hermana enfermera me concedió cinco minutos para visita. Eran momentos graves. Pedí a ella si pudiera dejarnos hablar a solas por unos momentos. Ella salió. Le pregunté al Padre X si sabe quién soy yo. Me reconoció sólo después de que le hablé sobre el asunto. Le mencioné la Llama de Amor de la Santísima Virgen, de la cual él ya había tenido conocimiento. Le pedí que la leyera, si le fuera posible. “Yo, hija mía, — dijo—, no puedo leer ni siquiera el breviario, ni tampoco las cartas que recibo.” Pasados unos momentos de silencio, al mirarme con sus ojos medio abiertos, puede comprender que sus ojos brillaban con una luz que ya no es de este mundo; sentí que él ya estaba contemplando a Dios. Me dijo en voz baja: “Soy víctima, hija mía. Me entregué plenamente al Señor Jesús y a la Virgen Santísima, ya no dispongo de mi voluntad para nada. Que hagan conmigo lo que mejor les parezca.” Entonces, le manifesté lo que la Santísima Virgen me dijo en aquel entonces cuando los médicos ya lo habían desahuciado: 




                Santísima Virgen.- “Se restablecerá pronto, hijita Mía, pero no para mucho tiempo.” Le pregunté al Padre X, ¿qué debo hacer con la Llama de Amor de la Santísima Virgen? “—Yo, hijita mía, no puedo hacer nada. Si la Santísima Virgen me la hubiera confiado eso sería otra cosa. Pero así, no puedo hacer nada.” Añadió todavía, que tenga confianza, la Santísima Virgen lo arreglará todo. Él, de su parte, hace todo: ora y ofrece sus sufrimientos también por la Causa. 

               Yo comenzaba a desplomarme por los muchos sufrimientos espirituales que consumen mi alma desde ya hace meses. Le dije al Padre X: Yo también, como muerta viviente, soporto los muchos sufrimientos. En este momento se abrió la puerta, entró la hermana y el Padre también aceptó obedecer. “—Ahora te bendigo mucho, hija mía.” Mientras él alzó su mano para bendecirme, yo, con movimiento súbito, con gran veneración la llevé a mis labios, quizá por última vez. Pensé que, aunque se restableciera, no es seguro que lo volvería a ver. En este momento la enfermera se acercó a la cama y dijo: “¡Termine, por favor, la visita!”. 

                 Salí a la calle. Dirigí mis pasos hacia el Templo de la Adoración Perpetua. Gran oscuridad pesaba sobre mi alma. En el camino a la Casa del Señor, Satanás de nuevo tiraba en mi cara sus palabras ultrajantes. Gozaba maliciosamente. Me postré delante del Santísimo Sacramento: He venido ahora a quejarme ante Ti, mi adorado Jesús. Tú sabes todo, sin embargo Te lo quiero contar. ¿Sabes lo que me dijo el Padre?... Tú sabes, ¿verdad? Jesús mío, que yo suplico siempre a Ustedes. ¡Cuán miserable soy, y sin embargo, me confían Ustedes este asunto que atañe al mundo...! Oh, yo impotente e inútil, ¡con qué gusto lo entregaría a un alma digna y pura! Yo no soy digna, Señor mío, para ello. Así suplicaba al Señor Jesús.



               Entre tanto, Satanás con todas sus fuerzas quiso apoderarse de mi alma: “Por fin, ¡estoy a punto de vencerte! ¿No te dije que fuera de ti nadie será tan tonto para hacer suyos y para pasar a otros tus pensamientos inhumanos, impíos? ¿Por qué no me haces caso? Siempre te dije que yo sólo quiero tu bien. Y tú, empeñada en seguir tu cabeza tonta. Pero espero que ahora ya vas a entrar en razón. Esta lección, por fin, ya ha arrancado el velo sobre tus pensamientos necios. Dime, ¿por qué quieres ser tú, a todo precio, superior del resto de los mortales?”. 

               Fuera de la voz del maligno, mi alma estaba insensible a toda otra cosa. Mantenía mi alma en una oscuridad que ya no era posible soportar con fuerzas humanas. Postrada ante el Santísimo, luchaba conmigo misma. ¿Qué debo hacer? ¡No me abandones, Señor mío! ¡Purifica y ordena mis pensamientos!


Diario Espiritual de Isabel Kindelmann, 29 de Septiembre de 1962